El fin de semana fui a la casa de mi abuela, Quillota, como no me gusta esa ciudad, la casa, la dormida, que me resfrió, no diré más, salvo que odio mi vida en el momento en que salgo de Santiago.
El segundo día, Viña, el día estaba hermoso, hacía calor, cosa rara para ser otoño, a menos de un mes de empezar el invierno.
mi abuela quería esa foto, no la pudo sacar desde la playa, no sé cómo se llama (demostrando mis dotes de pajarona, pues me dijeron cómo se llamaba el castillo, pero se me olvidó) La vuelta a Santiago entregó una hermosa puesta de sol desde los cerros, se veía hermoso.
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